CARTUJO CON LICENCIA PROPIA

domingo, 28 de junio de 2015

ORGULLOSOS /AS DE JESÚS

Orgullosos/as de Jesús
“Dios no hizo la muerte ni se alegra con la destrucción de los vivientes, […] porque Dios creó al hombre y lo hizo a imagen de su mismo ser” (Sabiduría 1, 13a. 2,23)


Hoy hace cuarenta y seis años de aquellos disturbios en el barrio Neoyorquino de Stonewall, que arrancaron la lucha por los derechos LGTB en EE.UU., y posteriormente en todo el mundo. Recordando a quienes tanto se dejaron en el camino de la vida por la obtención de estos derechos, y sin dejar de mirar hacia países donde la homosexualidad es penalizada hasta con la muerte; hoy es un buen día para felicitarnos. 
El mejor regalo que se nos pudiera hacer a toda la comunidad, es que la corte suprema de los Estados Unidos reconociera irrevocablemente el derecho del matrimonio homosexual, lo cual es ya una realidad desde hace pocos días. 

Pero hay otros motivos para alegrarnos en este día y hay motivos para no dejar de sentirnos personas libres y seguir luchando para que otros lo sean. 
Desde mi condición cristiana me llama mucho la atención las lecturas de este domingo. Y no solo me llaman la atención, sino que desde la perspectiva de Jesús de Nazaret, creo que es muy posible un mundo mejor donde la libertad sea el punto de partida y la humanidad el punto de encuentro. 
Las religiones desde hace miles de años, ha dificultado la progresión en los derechos y libertades de las personas. El enfermo era despreciable solo por serlo, y así mismo cualquier persona que tuviera o viviera una cualidad excepcional en su vida (Levítico 15,25-30). Todo fuera por una manipulación de Dios al servicio de unos intereses concretos. 
Aunque en la actualidad aun tenemos talibanes en todas las religiones, que nos dicen a todos lo que tenemos que hacer e incluso se atreven a postularse como ejemplos, desde Jesús de Nazaret solo se nos muestra un camino posible, el camino de la vida y el camino del amor. Entendida cada dimensión como uno quiera, siempre y cuando no sea en detrimento de la libertad del otro ni de su dignidad. 
La lectura primera del día de hoy (Sab 1,13-15;2,23-24) bien podemos resumirla con aquella frase de San Ireneo que tanto me gusta: “la gloria de Dios es que el hombre viva”. Por otro lado, el evangelio (Marcos 5,21-43) nos muestra un camino en el cual Jesús de Nazaret una vez más rompe con el sistema establecido dejando de lado la ley escrita, poniendo en práctica la acogida y el amor como premisa de la existencia humana. “Si algo se desprende con claridad de su actuación es que, para él, hombres y mujeres tienen igual dignidad personal. 

Sin embargo, los cristianos no hemos sido todavía capaces de extraer todas las consecuencias que se siguen de la actitud de nuestro maestro. El teólogo francés René Laurenti ha llegado a decir que se trata de una “revolución ignorada” por la iglesia” (J.A. Pagola). 
Revolución que se vislumbra en lontananza desde el talante fraterno del Papa Francisco, pero que bien puede quedar en agua de borrajas por la presión de la gran estructura católico ortodoxa. En cualquier caso, en Jesús, por Jesús y desde Jesús de Nazaret tenemos un motivo para sentir orgullosos y orgullosas de que hace tantos siglos, un hombre desafiara las reglas establecidas y se volviera hacia aquella mujer a quien el sistema excluía por su enfermedad y su femineidad, y hablándole al corazón le restituyera su dignidad otorgándole la suya propia. 
¿Cuántas personas viven su vida en oscuridad simplemente por ser como son? “Personas buenas que se sienten indignas de acercarse a recibir a Cristo en la comunión; cristianos piadosos que han vivido sufriendo de manera insana porque se les enseñó a ver como sucio, humillante y pecaminoso todo lo relacionado con el sexo” (J.A.Pagola). 
¿Cuál es nuestro lugar, Señor? Se me ocurre preguntar hoy en el silencio de mi ermita. Desde luego no merece la pena sufrir por presiones o por la insensibilidad de la estructura católica ni de sus agentes clericales. Jesús, Jesús y Jesús. Su nombre nos lo dice todo, “Dios salva”. 
Y en su mensaje encontramos la receta necesaria para hacer el REINO DE DIOS, para vivir en fraternidad con aquellos que nos aman e intentando siempre poner cara amable a aquellos a los que debiéramos amar más. Jesús es nuestro valedor, nuestra suerte, nuestra liberación. 
¿De qué clase de muerte rescató Jesús a la hija de Jairo? Pues de una muerte en vida como tantos y tantas. De una sepultura causada por la ley, los estigmas y el continuo rechazo incluso de los más cercanos. 
Permita Dios, la vida y la conciencia humana, que se eliminen las barreras de la exclusión sexual, racial y de toda índole. El mundo no es mundo si todos no conformamos una gran fraternidad humana donde la paz, la justicia y la solidaridad sean una realidad. Confiemos en Jesús, en su proyecto del cual somos valedores/as. 
Solo así nos sentiremos cada día más orgullosos/as de Él. 
Feliz día del orgullo.

Floren Salvador Díaz Fernández.