CARTUJO CON LICENCIA PROPIA

miércoles, 19 de febrero de 2014

EL CLUB DE LAS PERSONAS TRISTES - REPOSICIÓN ABRIL DE 2008

El club de las personas tristes
Florencio Salvador Díaz Fernández

“Evita, por encima de cualquier circunstancia, la tristeza; que tu alegría no sea fruto de las circunstancias favorables, sino fruto de ti mismo” (Periandro). Hace días muy temprano, y mientras caminando leía el evangelio del día, observe con inusitado entusiasmo todo el medio natural que me rodeaba y le juro a usted que la emoción me embargó porque fui capaz de apreciar la maravilla de la creación y sentirme parte de ella. No sé porque pero en ese instante me pregunté, si una señora que conocí en una conferencia en Sevilla hace años, viviría en sus días la alegre experiencia que en aquellos momentos a mí me abrumaba. Lo digo porque esta señora, se dedicaba por la noche a la prostitución y por la mañana trabajaba como una mula cargando ladrillos en una obra. Su aspecto era digno, su hablar sencillo y educado, y su rostro era imagen del cansancio y pozo de profunda tristeza. Según me dijo, tenía que trabajar tanto para llevar adelante a un hijo al que ella no quería legar la vida que a esta señora le tocó vivir. Desde luego no es el único ejemplo, puesto que la tristeza embarga al ser humano en el momento menos esperado. Y me atrevería a decir que por dura que sea la pérdida de un ser querido, es una tristeza que el ser humano vive de manera más temporal y dando paso a posteriori a la permanente memoria de los que se fueron. Pero la tristeza cuya base es una mala aceptación de sí mismo, una desgraciada causa, una vacía vivencia de la vida de pareja, una persistente caída en la deplorable depresión, una vida vivida desde la apariencia y el ser en pos de los demás...etc. Esto es verdaderamente lo que desgasta el ánimo de una persona hasta llegar a  ser consciente de que la vida no tiene sentido. Esto es lo que lleva a una persona a mal vivir y en algunos casos a implicar de manera equivocada a los demás, intentando culpar a otro de su estado anímico, y logrando en algunos casos que cunda la tristeza aferrándose al efímero principio de “mal de muchos consuelo de tontos”. Son muchas las personas que conociendo de manera más o menos íntima viven la tristeza de manera dosificada cada día. Están junto a nosotros y sus rostros y evasiones nos muestran su bajo estado de ánimo. Son mujeres y hombres, altos y bajas, rubios o morenas, simpáticas o serios, flacas o gordos; pero esto no importa. Lo que verdaderamente importa es que son personas a las cuales debemos ayudar de manera inmediata para que con-viertan su vivencia cotidiana en una apuesta por ellas mismas. En la mayoría de los casos, todo radica en no querer afrontar una decisión que por dura o drástica que pudiera ser, está en sus manos y cambiaría el curso de sus vidas y el sentido de sus problemas. Que persona ante un gran paso no se ha preguntado alguna vez: ¿qué dirá la gente? o ¿qué pensaran de mí? ¡No se pregunte usted eso jamás, porque nadie respirará el oxigeno que a usted le corresponde! Respire usted hondo, arréglese, levante la cabeza y aunque no pueda impedir que la melancolía sobrevuele su cabeza, al menos intente lograr por todos los medios que no anide en ella. Salga a la calle y sea consciente de que el sol le alumbra de manera más expectante, y sobre todo deje de  lado la tristeza. Ahora que las calores nos abruman busque usted un refrescante libro de Rosamunde Pilcher, lea e imprégnese de las novelas de esta magnífica escritora que nos muestra un mundo de caminos llenos de luchas, desconciertos, y circunstancias duras. Pero tenga presente que al final de esos caminos siempre se encuentra la recompensa del amor, sea hacia los demás o proyectado hacia uno mismo. Ánimo, si es que esta usted  triste.

Publicado en “La Voz de Estepa”, prensa escrita. Abril de 2008.