CARTUJO CON LICENCIA PROPIA

viernes, 24 de diciembre de 2010

MISA DEL GALLO - LITURGIA


 MISA DEL GALLO
Monición de entrada por un laico
            Hermanos, bienvenidos en esta noche(tarde) santa a la casa del Señor donde todos tenemos cabida.
            Verdaderamente noche santa porque en ella, Dios va ha nacer entre nosotros y como nosotros. Para quienes creemos, un acontecimiento tan difícil es una cosa de mucha alegría porque ya no estamos solos los seres humanos en este escenario tan inmenso que es el universo. Nos merecemos esta venida porque le hemos preparado un camino al Señor, un camino iluminado con las luces de la justicia, solidaridad, libertad y paz duradera y eternas. Hermanos, como decía la canción, esta noche: -“no la debemos dormir”, porque en ella Dios nos entrega el aval de su gran amor para con nosotros, JESÚS. Comenzamos la celebración.(canto y salida)

Comienzo de la Eucaristía por parte del sacerdote
+ En el nombre del Padre y del Hijo de del Esp. Sto.                    
Queridos hermanos, en nuestro propio tiempo Dios nos ha hablado por medio de su propio Hijo
-luz radiante de la gloria de Dios-,
por medio del cual hizo todas las cosas.
Que este Hijo, Jesucristo el Señor,                                               
esté siempre con todos vosotros.
(y sigue diciendo)
Hoy Dios nos dice algo muy importante sobre el sentido y significado de nuestra fe cristiana. Nuestra fe nos es precisa y solamente una doctrina en la que creemos. La Palabra de Dios no es una doctrina, sino una persona: Jesús. En él la Palabra de Dios y sus promesas se vuelven vivas. El Hijo de Dios se hace nuestro hermano y centro de nuestras vidas. En Jesús, Dios Padre nos revela quién es él: un Dios que ama, un Dios que salva, cercano a su pueblo. Por medio de Jesús, Dios nos vincula a sí mismo y él se vincula a nosotros.: comparte plenamente nuestra vida. (sigue)
Por medio de y con Jesús podemos responder al amor de Dios en fiel entrega a Dios y los unos a los otros. Celebremos todo esto con Jesús.
(y sigue diciendo el sacerdote)
Y porque la llegada de Jesús es inminente,                         pidamos perdón a Dios y a los hermanos,
por las veces que no aceptamos la palabra y la persona de Jesucristo. (Pausa y es cantado el señor ten piedad)
(una vez que es cantado el acto penitencial dice el sacerdote)
Dios todopoderoso tenga misericordia de nosotros perdone nuestros pecados y nos lleve a la vida eterna. Amén.

(y seguidamente entona con todos los fieles el himno introductoria de la celebración)

Cántico de Zacarías
                       
                        Bendito sea el Señor, Dios de Israel,
                        porque ha visitado y redimido a su pueblo,
                        suscitándonos una fuerza de salvación
                        en la casa de David, su siervo,
                        según lo había predicho desde antiguo
                        por boca de sus santos profetas.
                       
                        Es la salvación que nos libra de nuestros enemigos
                        y de la mano de todos los que nos odian;
                        realizando la misericordia
                        que tuvo con nuestros padres,
                        recordando su santa alianza
                        y el juramento que juró a nuestro padre Abrahán.
                       
                        Para concedernos que, libres de temor,
                        arrancados de la mano de los enemigos,
                        le sirvamos con santidad y justicia,
                        en su presencia, todos nuestros días.
                       
                        Por la entrañable misericordia de nuestro Dios,
                        nos visitará el sol que nace de lo alto,
                        para iluminar a los que viven en tinieblas
                        y en sombra de muerte,
                        para guiar nuestros pasos
                        por el camino de la paz.
(y sigue el sacerdote diciendo)
Por lo tanto abramos nuestros corazones, sonriamos de alegría y demos la bienvenida al hacedor de nuestras vidas, al que es luz que alumbra los senderos de nuestras tinieblas, al que dio con su vida la misma vida y esperanza al mundo. Y con coros angélicos cantemos todos rebosantes de alegría. (y el coro entona gloria a Dios en el cielo… y por el pasillo de la iglesia se acercará el niño Jesús)

Oración Colecta
Roguemos para que la palabra de Dios esté viva en nosotros hoy.
(Pausa)
Oh Dios nuestro, siempre fiel:
Que en esta noche te das a conocer y nos hablas
por medio de Jesucristo,
que es tu imagen visible y tu Palabra de vida.
Abre nuestros oídos y nuestros corazones,
para que sepamos recibir tu Palabra y guardarla.
Que tu Palabra se haga carne en nosotros,
también en nuestras palabras de paz y verdad
y en nuestras obras de justicia y amor,
de amistad y de humilde servicio.
Que ojalá sea ésta la manera
por la que los hombres reconozcan
que tu Hijo vive en medio de nosotros hoy,
y así te alaben a ti
por los siglos de los siglos. Amén.
Monición a las lecturas
Dios anuncia la liberación a su pueblo cautivo. Esta liberación nos alcanza a nosotros hoy por medio de Jesús. Dios ha hablado con frecuencia al pueblo, pero desde la venida de su Hijo a la tierra, él nos habla su palabra definitiva, Jesús. En él apreciamos lo que significa Dios y quién es Dios. El evangelista Juan nos habla del misterio de Jesús: Él es la imagen del Padre, su Palabra se hizo hombre, su luz disipa nuestra oscuridad, Dios vive entre nosotros. ¿Le aceptamos nosotros como él es?. Escuchemos atentamente la Palabra de Dios que ilumina nuestras vidas, y seamos conscientes de que: “los confines de la tierra han contemplado la victoria de nuestro Dios”.

Posible homilía
Navidad
 Nunca ha sido más verdad que “la gloria de Dios es la vida del hombre” que esta noche santa en que el Hijo de Dios se hizo carne en el recién nacido de aquella doncella nazarena.
­Hoy, dos mil años después, seguimos sin comprender del todo las consecuencias de aquella noche para nuestro mundo y para cada uno de nosotros.

 Sin querer, quizá por no mirar a la realidad de frente, por no agarrar al toro por los cuernos, nos fijamos en detalles accidentales, en los personajes secundarios de la escena. Que si no le dieron posada, que si había un buey y una mula, que si los pastores fueron a adorarle, que si la madre lo envolvió en pañales. Todo es secundario frente a lo que es el único centro de la escena: el recién nacido.

 Es un recién nacido como cualquier otro. Todavía no fija la mirada. Hace muecas y pensa­mos que se ríe. Tiene los párpados un poco hinchados. Llora con fuerza. Se alimenta inmedia­tamente del pecho de su madre. Y duerme. Su piel está recién estrenada. Es la imagen de la suavidad y la ternura. Todavía no ha tenido tiempo para que la vida le hiera. No tiene cicatrices de ningún tipo. Es promesa de vida en plenitud precisamente porque es vida recién comenza­da. Tiene las pilas nuevas y mucho camino por delante. Pero hoy sus pies todavía no han tocado el suelo.
Y, si le miramos un rato, seguro que sentiremos ganas de comérnoslo a besos.

Es Jesús, el hijo de María. Pero es también el Hijo de Dios, la encarnación de todas nuestras esperanzas, la promesa de una vida nueva y plena y llena de gozo. Con su nacimien­to entierra todas nuestras frustraciones, angustias, depresiones y muertes. Hoy, día de Navidad, podemos mirar al frente sin miedo. Porque nos ha nacido Emmanuel, Dios-con-nosotros. Y si Dios está con nosotros, ¿quien nos robará la vida, el amor y la esperanza? Por mucho que se empeñen los poderes de la muerte, multinacionales y centros comerciales incluidos, la vida de Dios es más fuerte que todos ellos juntos.
Nuestro corazón está henchido de gozo en esta festiva noche de navidad, o probablemente haya entre nosotros personas que no deseen tambores de fiesta. En cualquier caso celebremos juntos, unámonos en la alegría de ver este niño que ahora pequeñito, se tornará en plenitud en lo profundo de nuestros corazones.
Arropémosle con nuestras autenticas y verdaderas actitudes  en favor de los hermanos, y sobre todo celebremos y tengamos presentes a aquellos que nos están esperando para que les amemos. Aquellos que están en casa esperando una oración. Que este sentimiento sensible y contemplativo nos haga a todos los hijos de Dios estar unidos como comunidad eclesial y verdaderamente fraternal.
Hoy celebramos que nos ha nacido la esperanza y es tiempo de gozar. ¡Amén, Aleluya!

(seguidamente comienza el celebrante la oración de los fieles diciendo)
Atiende Padre de bondad las súplicas de estos hijos tuyos que te ruegan por este mundo ancho e inabarcable, desbordante de seres vivos y lleno de noticias de todos los países, respondemos diciendo –sonríenos niño de Belén-.

-Oremos por ese otro mundo, mas pequeño y más cercano, de los que nos pertenecen: la familia,  los amigos, los que comparten nuestras preocupaciones y los que dependen de nosotros. Por todos ellos, te pedimos Padre.

-Oremos por todos aquellos que viven a la sombra de los acontecimientos mundiales y por quienes pasan desapercibidos cumpliendo tranquilos con su deber, resignados a su destino. Por aquellos que son espontáneamente justos, sencillos y acogedores; por las madres que cuidan de su familia, y por los médicos y enfermeras que cumplen en estas fechas con su obligación. Por todos ellos, te pedimos Padre.

-Oremos por los hombres y mujeres que tienen grandes responsabilidades sobre la comunidad y por quienes con sus palabras y opiniones influyen sobre acontecimientos importantes: haz que no soporten la injusticia, que no elijan el camino de la violencia, que no tomen a la ligera ninguna decisión sobre el porvenir de los demás. Por todos ellos, te pedimos Padre.

-Oremos por nuestros semejantes cuya miseria vemos a diario en los periódicos  y en la televisión; por las victimas del racismo; por los millones de seres que a diario son victimas del hambre. Por los que no celebran la Navidad con alegría. Por todos ellos, te pedimos Padre.

-Oremos también por los que están enfermos cerca de nosotros o pasan la Navidad en el Hospital, por los que han tenido un accidente, por los despreciados, por los que carecen de toda seguridad, por todos aquellos a los que de un modo u otro les resulta difícil convivir con los demás. Y por todos nosotros, para que no seamos crueles ni intolerantes ni vivamos a costa de los demás. Por todos ellos, te pedimos Padre.

-Oremos por todos los que luchan por su libertad individual, por los que afianzan y legitiman cada día su amor por medio de la comprensión y la amabilidad, por todos los que se sienten llamados a vivir y transmitir el evangelio. Y por nosotros mismos, y por esta pareja que hoy manifiesta su compromiso ante esta comunidad aquí reunida, para que Dios nos haga capaces de trabajar por este mundo y seamos arrastrados por la fuerza del Espíritu. Por todos nosotros, te lo pedimos Padre.

-Por nuestros familiares queridos que siendo Templos del Espíritu Santo, quedaron en el camino de la vida y que ya gozan de la presencia del Padre, para que junto a la multitud de los Santos, se alegren y gocen junto a nosotros. Oremos, te lo pedimos, Padre...

(y concluye el sacerdote diciendo)
Señor Jesús, tú viniste a nuestro mundo y conoces nuestras necesidades, deseos y aspiraciones. No nos des siempre lo que te pedimos, sino lo que realmente necesitamos, y quédate siempre con nosotros, ahora y por los siglos de los siglos.

Oración sobre las Ofrendas
Oh Dios y Padre nuestro:
Tú designaste que Jesús hablara su palabra poderosa
para que estos dones de pan y vino
se convirtieran en su cuerpo y sangre
para la vida del mundo.
Que este mismo Hijo tuyo
nos hable también a nosotros
de corazón a corazón,
para que él llene nuestras palabras vacías
con el poder de integridad y verdad
y para que nos transforme, aun siendo tímidos,
en personas de paz, valor y audacia,
que vivan sin componendas ni evasivas
el Evangelio de Cristo nuestro Señor.

Plegaria Eucarística de la Noche de la Natividad, A.B.C.
           
                        El Señor este con vosotros...
                        levantemos el corazón...
                        demos gracias al Señor nuestro Dios...

Realmente es justo y  necesario,
nuestro deber y salvación,
bendecirte, Señor, Padre Santo,
por Jesucristo,
al que has nombrado príncipe de la paz.

Nacido de María,
envuelto entre pañales
y recostado en un pesebre,
es el esperado de las naciones,
la luz del mundo,
el Mesías, el Señor.

Se entregó por nosotros
para rescatarnos de toda opresión
con objeto de preparar un pueblo liberado
dedicado a la transformación de la sociedad.
Tú eres para nosotros un Padre
y la humanidad es para ti un hijo
porque tu primogénito
se ha hecho nuestro hermano.

Por lo cual,
con la legión del ejército celestial,
que anunció la Buena Nueva a los pastores,
te alabamos diciendo:
“Gloria a Dios en el cielo
y en la tierra paz a los hombres que Dios ama”,
mientras cantamos el himno de tu gloria:
Santo, santo, santo...

Te bendecimos, Padre,
porque hoy ha brillado una luz sobre nosotros,
porque nos ha nacido el Señor.

Los cielos pregonan tu justicia
y todos los pueblos cantan tu gloria.
Te has revelado a nosotros,
y te has entregado al hombre,
por tu Hijo,
engendrado por el Espíritu Santo
en el seno de la Virgen María,
nacido de la estirpe de David
y hecho carne.

Ha venido para dilatar tu reino,
con una paz sin limites,
con una actitud de entrega sin medida,
desde el pesebre a la cruz.
El cual, la víspera de su pasión
estando a la mesa con sus discípulos,
tomó un pan... (PROPIO DEL MISAL)
           
Este es el sacramento de nuestra fe...
Por tanto, Señor,
celebrando en esta santa noche de Navidad
el memorial de la encarnación,
muerte y sepultura, resurrección y ascensión,
te ofrecemos este sacrificio,
que es el misterio del cordero de Dios,
que da la paz a los hombres.

Te pedimos que envíes el Espíritu Santo
sobre nosotros, tus siervos,
y sobre los dones presentados,
a fin de quien coma este pan
y beba esta copa
reciba el perdón de sus pecados,
alcance la vida plena
y la esperanza de la resurrección.
           
Da pan a los hambrientos, hogar a los emigrantes,
salud a los enfermos, apoyo a los cansados.
A nuestros hermanos difuntos en el presente año,
y a todos difuntos que nos han precedido,
dales el descanso eterno
en la tierra esperada,
mansión del refrigerio, de la luz y de la paz.
Para que en unión de la Virgen María,
San Sebastián y todos los santos
podamos adorarte y gozarte eternamente,
Dios, Padre poderoso.

Por todas estas maravillas
queremos bendecirte en medio de tu Iglesia,
redimida por la sangre de Cristo,
por el cual y en el cual se te debe toda alabanza
con el Espíritu Santo
ahora y siempre por los siglos de los siglos. Amén.

Presenta el pan y vino consagrado al pueblo mientras dice:
Por Cristo, con ...(propio del misal)

Después de la comunión leemos todos:
Oración de Navidad. Misa del Gallo

La luz de la Navidad nos llama también a nosotros, Jesús, hermano, hijo de María, Hijo de Dios.
Nos llama como llamó a los pastores desconcertados, y como llamó a los magos para hacerles emprender aquel largo camino.
Porque en Belén, en tu carne tan débil, en tu rostro de niño que aún no ha aprendido a mirar al mundo, nosotros vemos reflejado todo el amor de Dios.
En tu carne, está aquel amor, aquella ternura, aquella esperanza confiada que sólo Dios es capaz de dar.
En tu carne, Dios se ha hecho uno de los nuestros, y eso es lo más grande que nadie haya podido nunca llegar a soñar.
Contemplándote aquí, acostado en el pesebre, acompañado del amor de María y José, queremos poner en tus manos nuestras ilusiones y nuestros temores, nuestro deseo de fidelidad y también nuestro mal.
Y queremos poner también al mundo entero:
a los que más queremos y a los que no conocemos, a los de cerca y a los de lejos; y sobre todo, a lo que más sufren.
Jesús, hermano, hijo de María, Hijo de Dios, danos el calor de tu amor, llena el mundo entero con el calor de tu amor.


Para despedir
Que la alegría de la Navidad sea contagiosa; que digamos con palabras lo bien que nos sentimos porque Dios no es un cuento sino Alguien que vive con nosotros. ¡Feliz Navidad!