CARTUJO CON LICENCIA PROPIA

viernes, 26 de noviembre de 2010

CELEBRACIÓN DE ADVIENTO

CELEBRACIÓN DE ADVIENTO 
“Vigilantes y alerta ante las exigencias del Espíritu y a la voz de ya”

BIENVENIDA A LA CELEBRACIÓN
(el coordinador de la comunidad o grupo)
           
Hermanos y hermanas, bienvenidos a esta gran casa donde junto con el Señor todos tenemos cabida. Diciembre es un mes entrañable, lleno de belleza y de encanto, aunque nieve o haga frío.
Oh, quizá porque nieve o hace frío. Es el mes del Adviento, lo que significa ilusión y esperanza. Es el mes de la Inmaculada estampa de limpieza y hermosura; y es el mes de la Navidad cuando Dios se hizo niño y ternura, cuando recibimos mensajes de renovación y alegría desbordante, de vida familiar, de paz y deseos de felicidad para todos, de cercanía a los pequeños y a los que sufren, de apertura al Dios que quiere nacer en nosotros. Difícil encontrar un mes tan bonito y tan “rico” (sin pensar en la lotería).
Y nosotros pues estamos dispuestos a celebrar hoy de una manera comunitaria la apertura de este tiempo de adviento. En nuestra celebración de hoy, no hay presidencias ni sitios señalados para personas distinguidas porque todos somos iguales. El centro de nuestra celebración es la Palabra de Dios que nos grita: “¡que llega el esposo, salid a recibidlo!”. Y ante estas lámparas dispersas por entre nosotros unas encendidas y otras apagadas según las vírgenes sensatas o insensatas, se nos plantea una pregunta que será el punto fuerte de esta celebración: ¿cómo tengo yo mi lámpara?.
Después de escuchar la Palabra de Dios y meditarla nos podemos responder cada uno a esta pregunta. Pero antes de comenzar conviene que nos pongamos en las manos del Señor.
           
lectura del Himno:
Llamados a ser luz
“Señor: Tú no nos llamas a iluminar las sombras
con frágiles velas protegidas de los vientos
con la palma de nuestra mano,
ni a ser puros espejos que reflejan luces ajenas,
trémulas estrellas dependientes de otros soles
que, como amos de la noche,
hacen brillar las superficies
con reflejos pasajeros a su antojo.

Tú nos ofreces ser luz desde dentro,
cuerpos encendidos con tu fuego inextinguible
en la médula del hueso, zarzas ardientes
en las soledades del desierto que buscan el futuro,
rescoldo de hogar que congrega a los amigos
compartiendo pan y peces,
o relámpago profético que rasgue la noche,
tan dueña de la muerte.

Tú nos ofreces ser luz del pueblo,
hogueras de Pentecostés,
en la persistente combustión de nuestros días
encendidos por tu Espíritu;
ser lumbre en ti que eres la luz,
fundido inseparablemente
de nuestro fuego, con tu fuego”.
(B.G.B.)

* Liturgia de la Palabra.
Libro de Isaías 11,1-5. Un vástago florecerá.
Salmo 27. Tu rostro buscaré, Señor no me escondas tu rostro.

INAUGURACIÓN DE LA CORONA DE ADVIENTO
(Lector y otra persona enciende la 1ª vela)

Hermanos conviene que ahora inauguremos la corona de Adviento. La corona de adviento sea de las características que sea, ennoblece a la persona por su emplazamiento sobre la cabeza como una guirnalda. Es símbolo de dignidad y majestad; su forma redondeada recuerda el significado del circulo: perfección y participación. En suma, es expresión de elevación, poder y dignidad. Es el atributo de reyes y vírgenes; sus adornos simbolizan la consagración y significado que para nosotros tiene.
Las cuatro velas que encenderemos a lo largo de los domingos alumbrarán al elemento que se coloca en el centro que representa a Jesús. Pero debemos de tener en cuenta que este circulo junto al que en cada iglesia se sitúa, simboliza el avance del camino que le preparamos al Señor. Un camino alumbrado con cuatro llamas que representan cuatro actitudes a tener en cuenta, cuatro oportunidades para ponernos en marcha y luchar por un mundo que quiere ser renovado y vivir esperanzado. Tú, Señor, sabes de nuestra tendencia a coleccionar cosas viejas, a conservar lo heredado, a vivir con la cabeza vuelta hacia el pasado –convertidos en estatuas de sal- olvidándonos de que “quien pone la mano en el arado y vuelve la cabeza atrás, no es digno de ti”. Queremos bendecirte y admirar la paciencia que tienes  con nosotros y porque constantemente trabajas y nos llamas para despertarnos del sueño, mantenernos en vigilia, despiertos y atentos a la venida del futuro y al descubrimiento de la verdadera realidad. Encendemos por tanto la primera llama y nos comprometemos ante el Padre, a estar mas atentos a la voz de su llamada, (siendo conscientes de nuestras obras en nuestra vida cristianos), a meditar su palabra para así preparar nuestros corazones, cuerpos y mentes a la inminente venida del Señor.

Canto al evangelio: “tu palabra me da…”
+.Evangelio según S. Mateo 25,1-13.
Entonces el reino de Dios será semejante a diez vírgenes, que tomaron sus lámparas y salieron al encuentro del esposo. Cinco de ellas eran necias y cinco sensatas. Las necias llevaron sus lámparas, pero no se proveyeron de aceite, mientras que las sensatas llevaron las lámparas y aceiteras con aceite. Como tardaba el esposo, les entro sueño a todas y se durmieron. A medianoche se oyó un grito: Ya está ahí el esposo, salid a su encuentro. Entonces se despertaron todas las muchachas y se pusieron a aderezar sus lámparas. Las necias dijeron a las sensatas; dadnos de vuestro aceite, pues nuestras lámparas se apagan. Las sensatas respondieron: No sea que no baste para nosotras y vosotras, mejor es que vayáis a los vendedores y lo compréis. Mientras fueron a comprarlo, vino el esposo, y las que estaban dispuestas entraron con él a las bodas y se cerró la puerta. Más tarde llegaron también las otras muchachas diciendo: ¡Señor, señor, ábrenos! Y él respondió: Os aseguro que no os conozco. Por tanto, estad en vela pues no sabéis el día ni la hora.                                                                  Palabra del Señor.

* Reflexión y silencio.
* Invitación a compartir la propia experiencia.

Hoy tengo ya mi lámpara encendida

Hoy tengo ya mi lámpara encendida.
            Ceñida la cintura, y la alianza
            en mi dedo vigía; y la esperanza
            centinela del alba prometida.

            Y arde en mi corazón la dolorida
llaga de soledad: ¡lenta es la danza
de las horas y lenta tu tardanza!
            Dios del venir: ¡Ardiendo está mi vida!

            Y me digo: la noche anuncia al Día;
            las estrellas al Sol; el suelo al Cielo.
            ¿A quién anunciará al alma vacía?

            Aprenda el Ángel ya su “avemaría”
            y encienda el aire blanco de su vuelo.
            Dios del venir, mi corazón te ansía!
Rafael Alfaro

*Preces desde los corazones comprometidos.

*Despedida y clausura del encuentro.

Oración para despedirnos del Señor
Venga el día, Señor
en que nuestra miseria encuentre tu misericordia.
            Venga el día, Señor
en que nuestra pobreza encuentre tu riqueza.
            Venga el día, Señor
en que nuestra senda encuentre el camino de tu casa.
            Venga el día, Señor
en que nuestras lágrimas encuentren tu sonrisa.
            Venga el día, Señor
en que nuestro gozo encuentre tu cielo.
            Venga el día, Señor
en que tu Iglesia encuentre tu Reino.
            Bendito seas, Padre,
por aquel día, en que nuestros ojos verán tu rostro.
            A lo largo de nuestra vida,
siempre has estado viniendo a nosotros
en tu Hijo Jesucristo, nuestro Salvador y hermano.

Realizada para la Parroquia de San Sebastián. Estepa
Delegación de Liturgia y Catequesis
Adviento - 1 de Diciembre de 2002