La muerte de un animal nos deja con esa extraña sensación de soledad y una mezcla de vacío y dolor sobre todo cuando el animal era querido, noble y leal. Uno de los perros de mi hermano Florencio ha muerto y llevo todo el día con la imagen de ese animal quieto, permitiendo que mi hijo Antonio Jesús lo abrazara con todas sus entrañas y con esos juegos que tanto le encantaban de tirarle una pelota para ir a por ella a punto de matarse, simplemente por jugar. Hemos sentido mucho la muerte del "tito fernando" como lo llamaban mis hijos y esperamos que el Tito Floren se anime muy pronto a llevar a su casa otro amigo para él y los niños.
Mis hijos te añorarán
porque te hiciste su amigo,
dejabas que te abrazaran,
te tocaran el hocico,
se subían a caballo
como jugando a los indios,
te tiraban la pelota
y corrían dando brincos
llamando al "tito fernando"
que respondía a ladridos.
Te buscarán cada día
pensando que no te has ido,
descansa en paz en el cielo
noble y leal, fiel amigo.
Helicón
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Publicado por José María Díaz Fernández para RIMARIMANDO el 8/27/2010 05:34:00 PM
